Los mercenarios de las Nueve Hogueras son los únicos habitantes del
mundo que mejoran su suerte al morir. El Caballero Fraguado, Áderv, es uno de ellos. Acompaña a su hermandad hasta la lejana Estalium, donde servirán al rey Nabrus, cuyo enlace matrimonial con la ambiciosa reina Everica disgusta a la nobleza. Hay que guardar las espaldas al rey, a quien acosan enemigos de todas clases y de todas partes, conspiradores palaciegos, señores de la guerra y algún que otro asesino en la sombra. Áderv y sus compañeros saben hacer su trabajo, pero cuando las cosas están por complicarse todos los azares ayudan. Para cumplir su misión, los guerreros de las Nueve Hogueras tendrán que ganar dos o tres guerras, cruzar las inmensidades del mar por Conocer y descubrir un continente —o algo parecido—, reunir un ejército inmenso y volver y luchar de nuevo… Y entre estos trabajos y enamorarse y amar y perder y sufrir injusticias y vengarse, es un no parar y un sinvivir. Es la vida del Caballero Fraguado y otros camaradas que junto a él llegaron desde las Nueve Hogueras y lucharon y apenas murieron y de amor afligieron y el mundo conquistaron, más o menos.